Esta semana tuve el gusto y honor de regresar a Santiago de Chile, después de más de una década de no tocar tierras Chilenas, y me llevé en muchos sentidos gratas sorpresas sostenibles, que había leído y visto en diferentes medios durante los años, pero fue increíble regresar y descubrir nuevos tesoros de la ciudad de la mano con mi hijo Alex de 17 años de edad, que tengo muchos años de compartir con él, el amor por la naturaleza y juntos participar desde eventos del Fondo Mexicano de la Conservación de la Naturaleza, para crear conciencia y protección del Golfo de California, hasta eventos que fue el único menor de edad (13 años de edad) presente en la firma de convenios para la recuperación del bisonte americano (Bison bison) en estado silvestre.
Definitivamente tuvo un impacto positivo para toda la vida; pero por otro lado no se me olvida que tuvo pláticas increíbles durante los eventos con los diferentes integrantes del Consejo, que estuvieron feliz de tener un joven promotor de la conservación presente y muy activo.
Pero regresando a Santiago de Chile, donde tenemos notas y rankings que pueden variar entre los años, lo más importante es resaltar que han sido consistentes en estar dentro de los primeros lugares de ciudades inteligentes y sostenibles de Latinoamérica y no dejan de sorprenderme ideas y proyectos ya implementados muy innovadoras de reciclaje, como por ejemplo juguetes, donde están colocados en centros comerciales en la ciudad, donde gana el planeta y nuestra niñez.
Empecemos con algunos datos reales, según el IESE Cities in Motion Index (CIMI) 2020, Santiago de Chile ocupó el puesto número 68 en la lista de ciudades inteligentes y sostenibles del mundo, y se nombró la primera ciudad latinoamericana en aparecer en el ranking.
También un dato a resaltar: la capital de Chile fue declarada la ciudad más inteligente y sostenible de América Latina.
Para desarrollar el ranking se contemplan y citan los desarrolladores del mismo “aspectos variados como la gobernanza, planificación urbana, gestión pública (acciones destinadas a mejorar la eficiencia de la Administración), tecnología, medio ambiente (planes anticontaminación, apoyo a edificios ecológicos, energías alternativas, gestión eficiente del agua y la lucha contra el cambio climático), proyección internacional, cohesión social (inmigración, progreso de las comunidades, cuidado de los mayores, eficacia del sistema de salud y la seguridad e inclusión ciudadana), movilidad y transporte, capital humano (crear planes para mejorar la educación, e impulsar la creatividad y la investigación) y la economía.”
Por otro lado, tenemos datos muy contundentes, donde se destaca por su dimensión medioambiental y es líder en su región. La capital chilena ofrece herramientas tecnológicas que favorecen a la coordinación territorial para que sus ciudadanos, las comunidades y las empresas puedan desarrollar sus proyectos.
Según el Global Liveability Ranking 2019 (The Economist), Santiago ocupa el segundo lugar como la ciudad más habitable en Latinoamérica”.
Tuve la suerte de visitar ejemplos de zonas de nuevo urbanismo donde prioriza “la sostenibilidad y el bienestar como modo de vida”, en 3 ejes: plazas y áreas verdes, transporte limpio e innovaciones para el buen uso de los recursos naturales, que incluye un programa de basura cero. Y otro resultado a resaltar, también ocupa el puesto 67 en el Índice de Centros Financieros Globales (GFCI), por no dejar de empatar lo clave de generar valor económico, social y ambiental.
Los resultados de los diferentes rankings demuestran que en Chile tienen mucho trabajo por hacer con el propósito de consolidar urbes con una mejor calidad de vida para sus habitantes y no se diga la calidad del aire, pero es clave como siempre subir la barra y compararse con algunas ciudades benchmark que en indicadores clave sostenibles, como Oslo, Estocolmo y Tokio son las ciudades líderes a nivel mundial, pero ninguna de las 100 enlaza de manera ideal los tres ejes que configuran los estudios base, lo cual deja claro que debemos seguir trabajando de manera integral en todas las dimensiones sostenibles bajo un esfuerzo multisectorial y de planeación urbana.
Quisiera para cerrar algo muy claro que nos pasó a todas las ciudades medianas y grandes del mundo, justo en la segunda mitad del siglo XX, con el crecimiento exponencial del automóvil con base de energía fósil y un crecimiento demográfico acelerado que aún continúa, ciudades alrededor del mundo se expandieron de manera acelerada dejando una gran huella ambiental; donde el caso de Santiago, Chile, no fue ajeno, caracterizándose por una mancha urbana extensa y fragmentada que ha derivado también en una fuerte dependencia del automóvil, de la mano de una afectación ambiental y consumo de suelo agrícola, que por sí solo tiene otro impacto relevante en el ecosistema.
Y aquí la gran diferencia es, como dicen nuestros vecinos de Norteamérica, el no deseado “Aha moment”, donde nos dimos cuenta de que le estábamos pegando directo a nuestra cuna, nuestra casa, y la gran diferencia entre los líderes y ciudadanos solidarios sostenibles, es qué hacer ante las preguntas,
¿Qué hacemos al respecto de una realidad incómoda, que es cambio climático?,
¿Seguimos con la dinámica como que le toca al país vecino o el que más emisiones tuvo los últimos 100 años?,
o realmente empezamos cuidando nuestro entorno inmediato, que en el caso de Santiago de Chile, fue justo cambiar el rumbo a un futuro sostenible y es una lucha permanente, donde se gana cada día y en el voto de cada ciudadano en sus futuros responsables del sector público, donde mi invitación a todos los sectores: el futuro está en función de la calidad de los planes de desarrollo urbano de largo plazo, recordemos, está en nosotros la calidad de nuestra casa, colonia, ciudad, país y planeta sostenible!!
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