Las razones, las causas y las consecuencias que motivan el impulso de la economía circular

 

México debe afrontar los retos que nos imponen las diversas crisis ambientales que ya estamos viviendo y sufriendo en el planeta, puesto que no puede sustraerse a sus impactos y realidades. Para ello, debemos entender a cabalidad la dimensión del problema. Estamos viviendo ya en un mundo más convulso, donde los riesgos globales se exacerban día con día a una velocidad avasalladora y sus impactos afectan a más personas cada día. Muchos de estos impactos se deben a la acción humana que, paradójicamente, derivan de la trayectoria exitosa de los últimos dos siglos. Los beneficios que se han alcanzado en la actualidad son inmensos; sin embargo, los costos asociados han sido desproporcionados. Vivimos en la era de mayor deterioro de los ecosistemas y de sus funciones y contribuciones vitales a la biosfera. La humanidad, que se ha multiplicado como nunca en la historia del planeta, ha consumido a tasas alarmantes el acervo de capital natural que consiste en el patrimonio ecosistémico.

Los científicos han cuantificado que, al menos, 5 de los 9 límites planetarios naturales se han desbordado, lo que significa que la naturaleza no alcanza a reponer sus capacidades a la velocidad que se utilizan por el hombre. A este ritmo necesitaremos en este siglo 2.5 planetas tierra para conservar el modelo lineal. Es irracional y es insostenible. 

La naturaleza vive una de las peores crisis que afecta a gran parte de la vida en el planeta, 2 millones de especies están en riesgo inminente de extinción. La crisis de la biodiversidad ha sido provocada y agravada por un puñado de impulsores directos que, en orden de magnitud, son los siguientes: 

  1. Cambios en el uso de suelo tanto en la tierra como en el mar, 
  2. Explotación directa de los organismos, 
  3. Cambio climático, 
  4. Contaminación, e 
  5. Invasión de especies exóticas.

Todos derivados de la acción humana que generan efectos externos sobre los ecosistemas del planeta. Además de las manifestaciones de climas extremos en cualquier parte del mundo y los desastres naturales, enfrentamos la degradación, la desaparición y la destrucción de todos y cada uno de los ecosistemas, con las consecuentes afectaciones a sus contribuciones vitales. Son síntomas de un agudo padecimiento de proporciones bíblicas. La acumulación de desperdicios en cualquiera de sus formas: sólidos, líquidos o gaseosos son críticos. Las contingencias ambientales por contaminación atmosférica, la acumulación de islas de plástico en todos los océanos, los derrames y la eutrofización se han vuelto comunes y cotidianos en todos los continentes y regiones del globo, acompañadas por la acumulación desmedida de gases de efecto invernadero, que hoy conocemos como emisiones antropogénicas o huella de carbono. Estos son los efectos externos, estos son la consecuencia de sistemas de economía lineal extractiva y derrochadora desde su concepción cuyo proceso ha consistido en extraer, transformar, vender, usar y desechar. Este es el ámbito de acción y estos son los retos que necesitamos considerar y enfrentar.

Por primera vez, los límites al aumento de la prosperidad no se deben a la falta de capital humano, financiero, o industrial, ni a la tecnología, sino a la descapitalización natural y su pérdida de abundancia. Recalco las causas esenciales de la pérdida de capital natural: 

  • el crecimiento de la población mundial; 
  • los sistemas económicos de producción lineal originalmente mal diseñados desde las industrias, y 
  • los patrones de consumo despilfarradores.

Está en nuestras manos crear e impulsar un nuevo paradigma que restablezca y genere caudales de riqueza. Una alternativa hacia el desarrollo sustentable es equilibrar los acervos de capital, donde el natural, el social y el humano han sido históricamente relegados. Proponemos un sistema de economía circular enfatizando el capital natural; es decir, uno que devuelva su riqueza a la naturaleza y se reconozca como parte vital de los esquemas de producción y consumo. 

Solo la acción humana, con sus conocimientos y tecnologías, sus capacidades institucionales y su acción colectiva, es capaz de corregir el rumbo y ya no tenemos más tiempo. 

Mi convicción es que, observando los modelos de la naturaleza, sus hábitats, ecosistemas y formas de vida, estamos encontrando las alternativas compartidas y viables que requerimos. No obstante, la tarea no es sencilla, pues requiere que, en un lapso muy corto, modifiquemos de raíz todo lo que hemos construido a lo largo de la historia, en particular durante las revoluciones industriales. Solo así, la naturaleza podrá recuperarse para brindarnos más satisfactores, bienes públicos y contribuciones vitales. 

Abogo por hacer de la naturaleza la solución, a partir de sus diseños efectivos y servicios vitales pues, al invertir en el capital natural con soluciones basadas en la naturaleza, apostamos para ganar. Por ello, se requiere impulsar aceleradamente la economía circular y la inversión en capital natural. 

Esta es la dimensión y oportunidad histórica que tenemos para caminar en favor de una agenda verde que promueva la economía circular. Vamos muy retrasados, otras naciones de Europa y Asia han venido avanzando más rápidamente. 

El estudio y comprensión de estos problemas me ha llevado a conceptualizar la economía circular de manera amplia como un movimiento, un enfoque, una estrategia y un ecosistema económico transformador de los procesos de producción, distribución y consumo. Así, busca que estos sean circulares, retengan el valor de los insumos y materiales dentro la tecnosfera y permitan que la biosfera se restaure para generar mayor capital natural. Por diseño, pretende minimizar la destrucción del valor económico y ecológico a lo largo del sistema, para lograr un desarrollo sustentable. Esto, a través de la creación de calidad ambiental, prosperidad económica, innovación con capital humano y capital social, para beneficio de las generaciones presentes y futuras. 

Impulsar la economía circular requiere lograr las ambiciosas metas y los plazos de ejecución que se dirijan hacia “cero emisiones” y “cero residuos”. Una “política fiscal verde” debe constituirse como el objetivo, donde se utilicen todas las herramientas para gravar las externalidades que se generan a lo largo de toda la economía, se eliminen los subsidios perversos que dañan al ambiente y se establezcan aquellos que compensen los daños ambientales generados por décadas. 

Prever un buen diseño de políticas fiscales es un poderoso incentivo para modificar el comportamiento de productores y consumidores, aunque no suficiente. La tributación sostenible promovería y recompensaría la economía circular; favorecería la seguridad de recursos; aceleraría la creación de empleo regional y prevendría las emisiones de GEI, ofreciendo también soluciones locales de bajo carbono y bajos recursos.

Para alcanzar tasas más altas de penetración en el mercado de los diseños de materiales y de los modelos de negocio circulares, hay que impulsar cambios significativos en el marco institucional y las políticas existentes. En particular deben apoyarse políticas de reindustrialización, tanto de impulso tecnológico como de tracción a los mercados. Además, no gravar modelos de negocio circulares que aprovechan la innovación y las aplicaciones tecnológicas.

Es necesario diseñar un marco normativo de productos sostenibles con “políticas blandas” que acompañen a las fiscales. El marco normativo debe estimular decididamente modelos de negocio que eviten la producción de residuos y emisiones y favorezcan “medidas de empuje de la oferta”. Es fundamental acelerar la transición con “medidas de extracción de la demanda”. Esto incluye normas de diseño ecológico, plataformas de colaboración, sistemas de responsabilidad ampliada del productor y el suministro de financiación verde y específica para investigación y desarrollo. Ejemplos de estos últimos incluyen tipos diferenciados de IVA, mandatos de contenido reciclado y normas de etiquetado de productos.

Se deberían plantear metas para el contenido mínimo reciclado dentro de programas de aplicación de los sistemas de extensión de la responsabilidad del productor en nuevos productos; por ejemplo, para electrónicos, baterías y automóviles, en un plazo razonable.

También, deben sumarse los instrumentos de apoyo del sistema financiero y la banca de desarrollo para propiciar la aceleración y la incubación de los modelos circulares en pequeñas empresas y en industrias, para un crecimiento sostenible. Asimismo, se debe priorizar la política pública hacia la eficiencia en materia de recursos mediante el ejercicio del gasto público, la contratación pública y las adquisiciones de gobierno para bienes y servicios con menor huella de carbono y mayor circularidad.

La mayor aportación que para la transición hacia una economía circular sería establecer los mecanismos institucionales para diseñar y desarrollar una agenda económico-ambiental de economía circular para todos los sectores productivos y sociales con el apoyo de todos los niveles de gobierno. Con la agenda se pueden establecer las bases para generar un dialogo permanente e inclusivo de todos los sectores para alinear el punto de partida, la ambición y el enfoque; evaluar las oportunidades por sector; y analizar las implicaciones para toda la economía desde las localidades, los municipios y los estados, hasta el nivel nacional. 

La acción colectiva debe impulsar decididamente la construcción del consenso político y el impulso social necesarios para el cambio. Se requiere, además, de las previsiones y bases para que las ciudades reduzcan su huella de carbono e impulsen la restauración de las contribuciones naturales a la vida de sus ciudadanos, eviten la generación de desperdicios, promuevan la reducción de contaminantes y generen una economía sustentable. Las Zonas urbanas son las de más alto impacto humano, su expansión afectará miles de kms de hábitats naturales para 2030 y tiene el potencial de degradar 40% de las áreas estrictamente protegidas, si esta expansión no se mitiga. El impacto de la contaminación en la calidad del agua de los entornos urbanos y, posteriormente, en la biodiversidad de los ecosistemas marinos y ribereños, aumentará si no se tratan adecuadamente las aguas residuales. Los modelos de ciudades circulares son imprescindibles.

Algunos de los beneficios esperados abrirán oportunidades clave de la agenda hacia la Economía Circular:

  1. Alrededor del 45 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero provienen del uso y la fabricación de productos. Concentrarse en alimentos, acero, cemento, plásticos y aluminio reduciría hasta la mitad de las emisiones y el uso de combustibles fósiles, aliviando la necesidad de usar materiales vírgenes y fibras sintéticas. 
  2. Protegerán la salud humana y la biodiversidad: Cada año, más de 9 millones de muertes ocurren debido a la contaminación del aire, el agua y el suelo. La creación de sistemas adecuados de recolección y procesamiento protege a los trabajadores y al medio ambiente de materiales peligrosos. La sustitución de otros materiales plásticos, su diseño y la ampliación de la recolección y el reciclaje podrían reducir el flujo de desechos en un 80 por ciento en 20 años.
  3. Impulsarán oportunidades para las economías por $ 4.5 mil millones de dólares al reducir el desperdicio, estimular la innovación y crear empleo. 
  4. La transición a una economía circular podría crear un aumento neto de 6 millones de empleos en el mundo para 2030, con un enfoque claro en la justicia social y ambiental. 

México ha tenido innumerables posibilidades de tomar ventaja y ponerse a la vanguardia, pero tiene una larga historia de fracasos. No dejemos que siga ocurriendo. Impulsar una agenda económica ambiental de economía circular y capital natural en la que participen todas las voces y todos los sectores del país, en cada localidad, ciudad y gobierno.

Hagamos de la política la herramienta para construir ese capital social tan necesario para la acción colectiva.

Por: Dr. Francisco Suárez Hernández. Director de Asuntos Públicos y Relaciones Estratégicas FEMSA y Asuntos Corporativos Negocios Estratégicos y División Salud. Ex Presidente del Consejo del World Environment Center.
Correo electrónico: francisco.suarezh@gmail.com