Nunca he sido partidaria de escribir algo acerca del amor y menos aun cuando se trata de celebrarlo en una fecha en particular, pero últimamente me es importante hablar y exponer ideas que van alrededor de estas 4 letras.
Cuatro letras, vacías en sí mismas, pero que en conjunto expresan una sensación de calidez, de arrullo, de diversión; que es genuina, comprometida y apasionante.
La universalidad del amor se puede expresar de maneras muy particulares.
El amor que se siente por los hijos, por la pareja, por los amigos.
¿Pero que hay del amor que se siente por las personas a quienes lideras?, ¿es válido sentir amor por ellos?, ¿hay alguna restricción por sentir amor hacia estas personas? o ¿es socialmente visto como una pérdida de tiempo o simplemente innecesario porque tenemos que mantener “distancias”?
Desde mi experiencia, el amor, a pesar de que surge de manera natural, tenemos que aprender a pulirlo. Debemos adiestrarnos en separarlo de sensaciones como el apego. Debemos trabajarlo para que no se contamine de egoísmo, de malas tretas, de chantajes y manipulación. Para mí, el amor es una decisión que se construye cuando la persona quiere vivir en amor.
Creo que el gravísimo error que cometemos los humanos es discriminar entre aquello que es merecedor de nuestro amor de lo que no.
De manera muy profunda creo que la mayoría de las personas pensamos (tristemente) que el amor tiene que ser “direccionado” hacia todo aquello que sea una extensión de su propio “yo”, y que, de manera indirecta le “pertenece” como sus seres cercanos; y en consecuencia todo aquello que lo pone en “riesgo”, lo rechazará de una manera también direccionada.
Entonces, ¿Dónde queda la idea de un amor universal?,
En cuestión laboral, es claro que no es necesario repartir abrazos y palabras empalagosas, pero una persona que vive “en amor”, tiene una visión que va más allá de todo esto. Es una persona que logra ver el potencial de los demás desde la naturaleza humana. Es sentir (sin sufrir) las dificultades de los otros, es lograr ver en los ojos de las personas, la tristeza, la frustración y el miedo y decir palabras de aliento. Es poner a la empatía en primer plano para poder comunicarse sin tener que hablar.
Un líder amoroso, no es el que invita a su personal a comer los viernes; sino el que impulsa a todas las personas a enfrentarse a nuevos retos y a vencer sus comportamientos auto limitantes. Es una persona que se siente responsable por transmitir mensajes que hablen de compromiso, de valentía, de integridad, de bien común y que estos mensajes se materialicen en productividad y crecimiento.
El líder preocupado no es el que organiza junta los martes para conocerse más, es el que se “ocupa” por el crecimiento de las personas, le ofrece oportunidades que muchas veces los “des encuadre” con la finalidad de sacarlos de su comodidad porque sabe que pueden dar más.
El líder amoroso construye y siente respeto y consideración por su equipo y tendrá que ser congruente y transparente; evitará suposiciones y sobre todo sembrar sueños o promesas irreales o peor aún: expectativas inalcanzables.
El amor es simplemente chismoso y se siente cuando hay o no hay, cuando se basa en la hipocresía o en la trasparencia.
Y tú, ¿Qué piensas del amor?
¿Cuál es tu relación con esta sensación? ¿Sabes amar sin barreras o te sientes limitado?
¡ATRÉVETE A AMAR DESDE LO CONSCIENTE Y CONSTRUCTIVO!